“Me duele lo que dicen porque son mis hijos. Igual, no tengo rencor. Le dejo lo que sea a Dios”, dijo ante el tribunal A.A., quien llegó a juicio acusado por haber abusado de dos hijos biológicos cuando eran niños. El hombre sostuvo su inocencia hasta último momento, pero su testimonio no conmovió a los jueces, quienes lo condenaron a 18 años de cárcel con voto unánime.
El imputado, quien tiene 60 años y hace casi tres que está detenido en el Penal con prisión preventiva, fue el primero en declarar en la última audiencia del debate. No solo negó los hechos, sino que dio una versión de la historia familiar distinta a la que contaron sus hijos víctima. Puntualmente, dijo que luego de que su esposa y madre de los chicos los abandonara, los niños estuvieron internados en dos hogares para menores distintos, hasta los 12 años en el caso del varón y hasta los 14 en caso de la mujer. Por lo tanto, no estaban con él ni bajo su cuidado en el período en que ellos denunciaron que fueron abusados.
Tanto las víctimas como varios testigos lo señalaron como un hombre violento y que maltrataba a su familia, cosa que también negó. “Yo no fui criado a golpes. Son falsas esas cosas que dicen. Me duele lo que dijeron porque nunca les pegué”; “fui un buen padre para ellos, siempre estuve a la par de eso y nunca hice diferencias”, mencionó.
C.A.A., su hija mayor, contó en la primera audiencia lo que ya había expresado en la denuncia original: que su padre la violó desde los 5 hasta los 17 años, que la embarazó y que esa criatura murió, y que además era sometida constantemente con violencia y hasta hambruna.
D.S.A., su hermano, fue el segundo en sentarse en el estrado y dijo que le tomó años darse cuenta de que lo que su padre había hecho con él era algo grave: lo masturbaba y obligaba a masturbarlo, lo obligaba a ver a inquilinas mientras se duchaban y a adoptar actitudes para que “le gustaran las mujeres”.
Ante una pregunta del juez José Luis Flores, el imputado negó haber ultrajado a la joven y relató que, una vez que salió del internado a los 14 años, ella se fue a vivir a la casa de unos vecinos, frente a la casa familiar, y que luego se mudó con un novio sin que él supiera. “Del embarazo nos enteramos a último momento porque ella ya se sentía mal”, aseguró y también descartó haber tratado de interrumpir la gestación con medicamentos abortivos: “A mi hija nunca le haría algo así”.
Consultado sobre los motivos por los que él cree que lo denunciaron, el hombre dejó entrever que lo único en lo que piensa es que sus hijos quieren quedarse con departamentos que él y su actual pareja construyeron en la propiedad familiar. “Mi conciencia está tranquila”, cerró.
Antes de cerrar la etapa probatoria, los jueces escucharon a tres hermanos de A.A., quienes coincidieron en sus testimonios sobre la falta de conflictos en el núcleo familiar, apoyaron la versión de que los chicos estuvieron en un hogar de niños en la etapa referida y que el hombre siempre fue un buen padre. Incluso, una mujer le presentó al tribunal fotos familiares de unos meses antes a la detención del imputado en el que la familia, víctimas y victimario salen juntos compartiendo momentos.
